sábado, 26 de septiembre de 2009

En la Novela Romántica

Esto es de Helen Fielding, “Bridget Jones: sobreviviré”: “Obviamente, algo va mal en mí. Me voy haciendo cada vez más y más vieja y está claro que nunca habrá nada que funcione, así que quizá sea mejor que acepte que voy a estar sola siempre y que nunca voy a tener hijos.”

Otra autora: “Los años pasaban y los hombres parecían ser notablemente capaces de resistir sus encantos, aunque estu­viesen vestidos con sedas y encajes. Sospechaba que guardaba cierta relación con su expresión, que, según le habían dicho, era algo adusta” Cristina Dodd, “la princesa fugitiva”.

viernes, 4 de septiembre de 2009

La visión de Lucy Maud Montgomery

Otro más:” Mamá ya ha perdido las esperanzas de que me case, así que me deja tranquila, pero el resto me tortura.”. De Lucy Maud Montgomery, en “Anne, la de los álamos ventosos”.

Me llama la atención la Lucy Maud. Ella se casó como a los treinta y cuatro. Me cae bien.

Otro más: “Sé que no soy sociable; nunca se me ocurre el comentario adecuado para una situación. Y ten­go plena conciencia de que es mi culpa que siempre me pasen por alto en eventos sociales. He convertido en un arte el ser desagradable. Sé que soy sarcástica y que mis alumnos me consideran una tirana; me consta que me odian. ¿Crees que no me duele saberlo? Siempre me mi­ran con miedo... odio a la gente que me mira como si me tuviera miedo. Ay, Anne... el odio me consume como una enfermedad. Quiero ser como las otras personas... y ahora nunca podré. Eso es lo que me vuelve tan amarga.” Idem.

Y hay más: . La que suscribe, dueña de pocos encantos personales y que comienza a sentir su edad (aunque todavía sirve para unos cuantos años más), jamás se permitió albergar aspiraciones matri­moniales. Ibídem.

Otra: “Yo soy una vieja solterona, pero usted nunca me oirá hablar mal de los hombres. A mí me gustan. Me habría casado de haber podido. ¿No es raro que nadie me haya propuesto nunca matrimonio, querida señora? No soy ninguna belleza, pero no soy más fea que la mayoría de las mujeres casadas que hay por ahí. Pero nun­ca tuve novio. ¿Cuál le parece que pudo haber sido la razón?
—Puede ser el destino —sugirió Anne, con solemnidad. Susan asintió.
—Eso es lo que he pensado muchas veces, querida señora, y es un gran consuelo. No me importa que nadie me haya querido si es debido a los designios del Todopoderoso.” De “Anne y la casa de los sueños”, Lucy Maud Montgomery.

Más de la misma: “Cielo santo, Anne, soy una vieja solterona, pero ahí también radica mi consuelo: jamás seré la «extinta es­posa» de ningún hombre.”

Y aún más: “Aquí estoy yo, que jamás he dicho una palabra en contra de los hombres, y no hay manera de que pueda casarme.” Igual procedencia.

Y dale con la Maud, pero otro libro: “El Valle Del Arcoíris”: “ser una vieja solterona no duele una vez que te acostum­bras”

Otro más de ella. Es una fuente de inspiración. Debe ser porque la mina se casó después de los treinta, en tiempos que eso ya era ser solterona. Este es de “Rilla”: “Siem­pre pensé que me gustaría tener al menos una [propuesta matrimonial] para recha­zarla, cosa de poder mirar a las otras mujeres a los ojos”

Y suma y sigue. Más de donde vino el anterior: “No tengo marido ni lo tendré, pero no voy a privarme de todo y me tomaré una luna de miel.”